Emilia… ¡Aflojale a la campaña!: Orozco quiere gobernar Salta mientras sigue cobrando por un trabajo que no hace
La ascendente María Emilia Orozco ya ni lo disimula: mientras cobra un sueldo en el en Diputados de la Nación para el que todavía no mostró un solo mérito legislativo (no presentó ningún proyecto, no acercó mejoras para la provincia, ni tampoco hace funcionar la comisión que preside), pasa sus días en la única actividad que realmente domina: hacer campaña.
Ahora, recién electa senadora nacional (a pesar que aun debería hacer dos años más como diputada), la dirigente libertaria olmedista decidió subir la apuesta y anunció su ambición mayor: ser gobernadora de Salta en 2027.
Todo esto sin haber gestionado nada, sin haber presentado proyectos de ninguna naturaleza y sin otro capital político que una presencia permanente en redes sociales. Así, tranquilamente podríamos deducir que cuando tenga un conflicto con, por ejemplo, los docentes, la respuesta será: “Aguante Milei”, o “Kuka Kuka Kuka”. Un verdadero peligro.
En declaraciones a medios, la Orozco confirmó que trabaja “para que haya un gobierno liberal” en la provincia, frase que en su propio mundo opera como un guiño transparente: ella misma se proyecta como cabeza de lista. Es decir, todavía no asumió formalmente en el Senado ni terminó mandato para el que fue elegida, ya tiene un salario multimillonario asegurado por los próximos seis años y aun así dedica su tiempo a posicionarse para un cargo distinto.
Una funcionaria en campaña permanente, sin ninguna diferencia con aquel Sergio Oso Leavy del 2019, cuando se postuló a intendente, senador y gobernador ¿Acaso hay diferencia?
Así y todo, sin que nada le importe, Orozco aprovechó para embestir contra Gustavo Sáenz, recordando que “acompañó fuertemente a Massa”. La diputada olvida que fue compañera de fórmula y militante de Emiliano Estrada, en ese invento de conservadores y kirchneristas denominado Avancemos. Emilia tiene la memoria más laxa que las explicaciones de Olmedo cunado la esposa le dio la caña saliendo de un telo con un gato.
La senadora electa también insistió en que el Gobierno nacional debe “tener puente con todos los gobernadores”, pero fue incapaz de hacer una mínima autocrítica sobre el espectáculo de campaña constante en el que vive desde 2023. Nada de gestión, nada de trabajo parlamentario real, nada de producción legislativa: solo cámaras, estudios, entrevistas “arregladas” y el eterno paseo por lugares comunes que aún le sirve para generar reels, sin transformar ni mejorar la vida de ningún salteño.
El punto más obsceno es su relación con el cargo que aún no asumió. Orozco actúa como si el Senado fuera apenas una escala técnica para alimentar su proyección personal. Lo que debería ser un lugar de trabajo se convierte en un escenario, y su banca, en un trampolín para seguir posando. Todo mientras los salteños financian su salario sin recibir a cambio una sola acción concreta. Eso sí, que bien viste Emilia últimamente.
Lo grave no es que quiera ser gobernadora. Lo grave es que no trabaja para el cargo que ya tiene, pero ya se arroga la autoridad para prometer el siguiente. Se apoya en que la gente dejó de exigirle resultados: ella da por sentado que puede dedicarse exclusivamente a la campaña, abusando de la pasividad ciudadana. Pero incluso ese margen tiene un límite. La paciencia social no es infinita.
Y cuando la gente se canse de sostener el show personal de una diputada, que es senadora electa, que además ni legisla ni trabaja, pero sueña con gobernar, la caída va a ser más dura que cualquier editorial que hoy la mira con simpatía.
Porque por más filtros, slogans y poses de campaña que repita, hay una verdad inevitable: ninguna provincia se gobierna con videítos, y tarde o temprano, el amor se acaba.








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