Panorama Político Salteño
Ministro de Seguridad y Justicia

Así no, Marce

El ministro Marcelo Domínguez tiene que limpiar la imagen de la Policía. (Dibujo: NOVA)

El todavía ministro de Seguridad y Justicia de la provincia se ve envuelto en una encrucijada. Como titular de la primera de las carteras debe ser el encargado, indirectamente, de dejar a la fuerza policial bien parada ante diferentes circunstancias. Por otro lado, su pasado como hombre de Ciudad Judicial le "tira" un poco a la hora de buscar la verdad de los asuntos que se le presentan. Entonces, aquí es donde se confrontan "el deber y el hacer" luego de que un grupo de efectivos policiales denunciaran a sus propios jefes por delitos vergonzosos.

Días atrás, la no tan tranquila localidad de Pichanal, donde se encuentra emplazada la unidad Regional 8 de la policía provincial, se vio sacudida por una denuncia que puso en jaque a sus autoridades. Integrantes de la fuerza, denunciaron a los directores por encubrir y participar de hechos de robos, sobornos, cohechos, tráfico de drogas y distintas inconductas. La moneda corriente, el secreto a voces, tomaba forma de denuncia "formal" ante el atropello a la buena conducta.

Los hechos habrían sucedido en el distrito de Rivadavia Banda Sur, la tierra de "Polo" Cuenca, dominios de Mashur, el senador, que si tenemos un poco de memoria, tuvo a familiares presos no hace muchos años por tráfico de droga, por lo que la figura del narcotráfico denunciada por los efectivos no es nada descabellada.

Ante esto, y lejos de llevar tranquilidad a una población que de por sí descree de la fuerza de seguridad provincial, el ministro Marcelo Domínguez tuvo que intervenir en el asunto y acá es donde tuvo su encrucijada. Investigar a fondo la denuncia y "entregar" a las autoridades denunciadas hasta que la justicia se expida, o poner todo bajo la alfombra y resguardar la imagen de la institución azul manteniendo al margen su lado camarista de la Justicia local.

Marcelo hizo lo menos prolijo. Decidió dar de baja a uno de los efectivos involucrados, adelantó más bajas, y cambió a las autoridades de Drogas Peligrosas. Pero también le tiró un salvavidas a la fuerza al mencionar que las denuncias provenían de algún "anónimo", restándole un notorio grado de importancia a la cuestión. La parte investigativa se la dejó a la fiscalía correspondiente.

Esta no es la primera vez que el actual ministro intenta enmendar errores ajenos, o mejor dicho taparlos. Los suicidios dentro de la fuerza, así como los hechos en los que efectivos estuvieron involucrados en diferentes delitos como el tráfico de drogas, fueron ocultados del saber popular para manejarse puertas adentro y no desgastar aún más la imagen negativa de la Policía.

No son pocas las voces que afirman que el ministro podría ser parte del recambio que habría de funcionarios al finalizar el corriente año, lo que en su caso le valdría no salir con una reputación dudosa del cargo en caso de extenderse su mandato. Aunque no se barajan nombres, aún, Domínguez estaría viendo con buenos ojos el acogerse a una jubilación un tanto anticipada, alejado de los escándalos, y aplicando la histórica maniobra romana de frotarse las manos en el agua ante el desembarco de un sucesor; o sucesora.

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