Los primeros años pasaron relativamente tranquilos en cuestión económica y social, a pesar de atravesar los puntos más álgidos de la pandemia. Con el pasar de los meses, y al llegar la nueva normalidad, las cosas empezaron a cambiar. La gente pedía respuestas, explicaciones sobre lo poco que se hacía y el nulo interés de su representante.

Una nueva camada de concejales cuestionó duramente el interés desmedido por parte de Folloni para culpar de todos los males de Quijano a su antiguo jefe comunal, y hasta fue uno de los que declaró en contra de su antecesor hasta llevarlo a la cárcel.

Pero el dedo acusador no terminaba de tapar el sol. Hubo quienes advirtieron que si lo de Cornejo asustaba, lo del Cali te quitaba el aliento. Pero nos vamos a centrar en dos del montón. "Querubín" Sosa fue legislador e intendente de aquella ciudad y nunca terminó de convencerse de las buenas intenciones de Folloni. Tal vez porque sabía que el linaje no le jugaba a favor; tal vez porque el diablo más sabe por viejo que por diablo.

Sosa supo decir en diferentes medios que lo citaban para hablar de Cornejo, que no le pierdan pisada al Cali. Algo que era reforzado por Ariel Gallardo, un humilde concejal que llegó a la presidencia del cuerpo a pesar de ser muy resistido, y que incluso denunció alguna irregularidad en la gestión de Folloni. Lamentablemente, ninguno contó con el apoyo suficiente. Ni detractores, ni defenestrado. En las elecciones de 2023, Folloni perdió la intendencia y solo embarró el camino a su sucesor.

En diciembre del 2023 llegó Lino Yonar, quien fuera hasta ese entonces diputado provincial, y tras una transición complicada por parte de los salientes, se encontró con sorpresas desagradables. Entre ellas, informes de auditorías eternas que marcaban irregularidades y números rojos; mientras la auditoría provincial sigue buscando una calculadora para saber cuántos pares son tres botas.

Según Yonar, Nación le transfirió partidas a Quijano para la colocación de luminarias y cámaras de videovigilancia, pero nunca hizo el reintegro de los fondos. Al día de la fecha, se calcula que sería una suma de 100 millones de pesos ya que las obras no se hicieron, y tampoco hay documentación al respecto. En pocas palabras, Folloni es el nuevo Cornejo, pero con guantes menos sucios. Al menos, por ahora, el renovador viene zafando.