Aun así los salteños salieron medianamente bien parados del conflicto. Es que, a pesar de que se había mencionado que fueron parte de la delegación que visitó a los condenados como Alfredo Astiz, finalmente esa operación fue rápidamente descartada por los supuestos protagonistas quienes negaron el vínculo con los represores.

Quien tomó las riendas de la defensa fue Carlos Zapata.

El contador fue directamente apuntado por Jorge Rial en su programa televisivo, y despertó el malestar en nuestra provincia. El lunes pasado, el conductor había asegurado que Zapata y Orozco estuvieron en el encuentro y hasta afirmó que ambos representantes formaban parte de un plan para liberar a los condenados mediante el beneficio de la prisión domiciliaria.

Primero Zapata desmintió la versión en los medios locales; luego fue el turno de enfrentar al propio Jorge Rial, pero esta vez no en televisión, sino en su programa radial, que no tiene el mismo alcance, al menos en Salta, como el que puede tener la señal televisiva de C5N.

A pesar de la desventaja, Zapata salió aguerrido a confrontar con el ex Intrusos y afirmó que, a pesar de haber recibido la invitación, decidió no asistir al cónclave.

Es conocido que Zapata es un tipo al que no se lo baila tan fácilmente. No fue apretado, tal vez, como la diputada de LLA que afirmó desconocer el motivo de la reunión y estar arrepentida de haberse topado con Astiz y los demás condenados.

Zapata fue tajante y, cuando Rial le expresó que él tenía a Zapata apuntado como uno de los partícipes del encuentro; el legislador le exigió pruebas concretas, las cuales el conductor negó tenerlas. El relato se caía drásticamente.

A pesar de la insistencia de los conductores de Radio 10 de vincular a Zapata con los genocidas, éste repitió en reiteradas ocasiones que él, aunque fue invitado a las reuniones convocadas por Beltran Benedit, no participó de ninguna.

Rial y compañía se burlaban, hacían muecas, pero en definitiva no obtuvieron lo que querían y terminaron por lavar la imagen del salteño quien, a modo de despedida y chicana, les leyó el capítulo 23 del libro de Éxodo de la Biblia donde hace mención a los falsos rumores, falsos testimonios y los agravios.

Por ahora, Zapata se lleva el cinturón a la casa.