A pesar de haberse presentado para una infinidad de cargos legislativos y, por causa y efecto de apoyar a su otrora amigo Matías Posadas, quedar fuera de competencia de todos por no contar con el apoyo popular; Assennato tuvo siempre la fortuna de contar con una especie de respaldo político. Junto a Gonzalo Quilodrán, fueron acomodados en diferentes cargos irrelevantes y se convirtieron de acérrimos defensores de JMU, a críticos y detractores de su gestión.

En esta nueva oportunidad, tendrá a su cargo la ex Secretaría de Tránsito y Seguridad vial, que durante la gestión de Bettina Romero pasó a llamarse Movilidad Ciudadana. Llama la atención que, para un área tan complicada, donde a los muchachos no les tiembla la mano para hacer frente a medidas de fuerzas que luego se replican en toda la municipalidad, elijan a alguien con mucha capacidad de diálogo, aunque sin talento como para brindar respuestas efectivas.

Por lo pronto, en el viejo edificio caído a pedazos de calle Santa Fe al 500, ya se saborean las famosas reuniones y festejos repletos de sandwichitos de miga y gaseosas de segundas marcas que suele brindar el futuro secretario para hacer camaradería con el personal a cargo algunas veces al año. Además, quedarían algunos ya viejos conocidos, como Napoleón Gambeta, que será de la tanda de reciclados que continuarán durante la gestión de Durand.

Se dice por ahí que como primer mimo se volvería a utilizar el viejo nombre de la dependencia y los uniformes dejarían de ser parecidos a los de la policía de Tucumán para volver a ser los distintivos “zorros” de camisa celeste y pantalón azul marino.