Entonces, con Hucena fuera del Grand Bourg, la Secretaría de Relaciones Institucionales que se dirimió a las piñas y amenazas durante los últimos cuatro más que entablando diálogos y relaciones interpersonales, quedará vacante y quien asuma a su frente sería Frida Fonseca, una vieja conocida de la casa, fiel al jefe de turno (llámese Miguel Isa, Gustavo Sáenz o Bettina Romero), y alguien que no teme meterse en el barro para, primero, sacarse fotos y subirlas en redes sociales y, segundo, prometer soluciones que a veces llegan.

Su salida de la órbita del Ministerio de Seguridad y Justicia que conduce Marcelo Domínguez, se dilató a pesar de la mala relación entre ambos. De hecho, fue Frida quien nunca esquivó el bulto de hablar de la creciente inseguridad en la provincia, sobre todo en el norte, donde puso en el tapete el rol del narcotráfico y la descuidada frontera; situación que Domínguez siempre trató de mantener en reserva. Esos chispazos se hicieron más notorios al final de esta gestión y el ministro, muy amigo del ex juez de corte Abel Cornejo, habría solicitado que le encuentren nuevo conchabo a "La Fonseca" que, ni lerda ni perezosa, se acomoda bien en cualquier sucucho.

Así Frida sigue llegando a cargos sin nadie saber por qué. Fue electa alguna vez concejal, pero no encabezó listas; cuando lo hizo perdió estrepitosamente y tuvo que conformarse con el premio consuelo de la Defensoría del Pueblo. Ya con nueva gestión logró acomodarse nuevamente en el Concejo Deliberante capitalino y no renovó su banca. La acogió la todavía intendenta Bettina Romero y pegó el portazo para ir a reemplazar a Benjamín Cruz en Seguridad, con la única experiencia de haber usado alguna vez un borcego táctico, de esos que le gusta ponerse cuando va a algún incidente. Tras eso, Fonseca es, fue y será una eterna reciclada.